Simpático y curioso, el mochuelo boreal


No siempre me apetece hablar de lo que sé. En determinadas ocasiones, me gusta investigar y descubrir a la vez que voy escribiendo sobre una u otra ave. Y eso voy a hacer ahora mismo. El caso es que anoche estaba disfrutando de una película y, en uno de los planos, vi a esta curiosa ave.

No me preguntes cómo acababa la historia –la de la película-. Se me quedó grabada la figura de un mochuelo gris, espectacular, cuya imagen me llevó del orden de media hora localizar en un atlas. Luego, resultó ser que ya había visto alguna vez a mi nuevo amiguito, solo que la calidad de las imágenes de la película que estaba viendo me engañó.

Estoy hablando del mochuelo boreal, lechuza de Tengmalm, o, por nombre científico, Aegolius funereus. Dentro de la familia de las Strigidae, su hábitat se encuentra en los Pirineos, áreas de los Balcanes, los Alpes y una buena cantidad de zonas del norte de Europa. Por norma general, este búho de montaña hace su hogar en bosques de coníferas –densos, de ser posible- y no abandona jamás las zonas de cría.

Simpático y escurridizo

Lo cierto es que es difícil de ver, habida cuenta de su pequeño tamaño y de sus costumbres nocturnas. Y, precisamente por ello, es fácil confundirlo con un mochuelo o un autillo, dadas su talla y silueta. En todo caso, ninguna de estas especies busca zonas tan espesas como el mochuelo boreal.

Sea como sea, para diferenciarlo sin género de dudas, diremos que posee una cabeza desproporcionadamente grande, sin mechones y con sendas líneas negras en ambos lados de la cara. Estos trazos nacen en la parte superior de los ojos y terminan en la barbilla. Hablando de los ojos: estos son de iris amarillo. Mientras, el plumaje del vientre es pálido con puntos de pardo claro. El dorso es más oscuro con manchas blancas.

El sonido de la noche

Otra forma de diferenciar a la lechuza de Tengmalm es por su forma de volar: un camino rápido, corto, directo, a lo largo del que no escatima energía en los aleteos, alternados con algún que otro momento planeando. En todo caso, las alas de esta ave son el último de los sonidos para muchas musarañas, ratones e incluso ratas de agua.

Ya que he mencionado el sonido, la voz de este animal suena como un "Quip" seco y áspero; o un canto compuesto por, más o menos, media docena de silbidos, subiendo en tono y velocidad.

No es fácil reproducirlo por escrito, pero vamos a intentarlo: "pu-pu-po-po-po-po-po-po". De acuerdo, no es lo mismo leerlo que oírlo, algo que, en noches silenciosas puede hacerse hasta a tres kilómetros.

Pequeño e inteligente

El pájaro, de 22 a 27 centímetros de estatura, 50 a 62 de envergadura alar y de entre cien y doscientos gramos de peso, vive hasta diez años. Anida en los agujeros de los árboles, casi sin acondicionarlos, o lo hace en el nido abandonado de un pájaro carpintero. También puede usar las estructuras en forma de caja nido que el ser humano le ofrece. En unos y otros casos, deposita de uno a diez huevos por nidada, de febrero a junio.

Lo simpático e inofensivo de esta ave, cuyo tamaño la descarta como trofeo, se han aliado para que el ser humano, lejos de perjudicarla, ayude a su conservación.


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