El águila pescadora, única


Es curioso lo de esta ave. Bueno, no, curioso no: es único, pues, según la clasificación y descripción de Carlos Linneo en su Systema Naturae, allá por siglo XVIII, el águila pescadora o pandion haliaetus es literalmente única en su familia. Esta especie supone, efectivamente, el único miembro de la familia pandionidae.

De tamaño medio, el águila pescadora mide de 52 a 60 centímetros de alto y las alas, de punta a punta, abarcan entre el metro y medio y el metro y 62 centímetros. En cuanto al plumaje, la parte superior es castaño oscuro; mientras que la inferior es blanca jaspeada. Muestra una máscara oscura a ambos lados de la cabeza.

Se trata de un pájaro muy fácil de identificar en vuelo, gracias a su cola larga y estrecha, así como a sus alas angulosas. A modo de curiosidad, diremos que el águila pescadora posee una serie de plumas alargadas en la nuca que conforman una cresta que se eriza frecuentemente.

Diferencias según edad y sexo

Los pájaros jóvenes de esta especie se distinguen por las manchas marrón claro del plumaje, así como por una coloración más pálida en líneas generales. Para diferenciar a la hembra del macho, observemos que este posee un cuerpo más delgado y unas alas más estrechas, aunque no es fácil distinguir a unos de otras si no se les ve en pareja.

El águila pescadora habita en cualquier continente, salvo en la Antártida. Si atendemos a su presencia en España, es fácil verlas en la desembocadura del Guadalhorce (Málaga). En 2009 se introdujo a este animal en las marismas del Odiel y desde 2011 se está intentando hacerlo en el Principado de Asturias. No hace demasiado se ha recuperado al pandion haliaetus en Andalucía. También vive una colonia importante en las Baleares.

Una dieta que puede llegar a costarle la vida

En cuanto a su dieta, esta se compone principalmente de pescado, que captura gracias a sus poderosas patas, escamadas para una mejor sujeción del pez, agarre favorecido también a unas uñas largas y curvadas. Otra de las características adaptativas de esta ave es que puede cerrar las fosas nasales a voluntad para evitar que le entre agua mientras se sumerge.

El cazador (pescador, más bien) se cierne sobre sus presas desde el aire y se zambulle con las patas por delante. Al remontar el vuelo, coloca la cabeza de su presa por delante, de modo que pueda volar más cómodamente, según las leyes de la aerodinámica.

Tan efectiva es en sus capacidades, que a veces, a causa de las escamas de las patas y de las garras, no puede soltar a una presa demasiado grande, que la hace caer al agua, donde puede llegar a morir de hipotermia o ahogamiento.

Hasta que la muerte nos separe

Naturalmente, anida cerca del agua, manteniendo la misma pareja toda la vida. Alrededor de mayo comienza el cortejo para esta ave, que consiste una serie de acrobacias y arriesgadísimos picados, así como vuelos conjuntos y persecuciones entre los árboles cercanos al nido.

Pone entre dos y tres huevos blancos moteados de marrón oscuro, del tamaño de los de una gallina, que tardan cinco semanas en eclosionar. Es la hembra la que incuba los huevos casi en exclusiva mientras el macho aporta las presas. Los pollos pueden volar al cabo de unos 55 días, los primeros de una vida media de 20 a 25 años.


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