El águila calzada, la pequeña de la familia


El águila calzada, cuyo nombre científico es Hieraaetus pennatus, ha surcado los cielos estivales de la península ibérica desde tiempos inmemoriales. Se trata de un ave rapaz que rara vez sobrepasa el metro treinta de envergadura. Las hembras son ligeramente más grandes que los machos llegando a pesar un kilo frente a los setecientos gramos de sus compañeros.

No son pues excesivamente grandes para ser águilas, por lo que también se conocen como aguilillas calzadas, en referencia a su menudo tamaño. Sus plumajes son muy variados y en ocasiones se les puede llegar a confundir con el busardo ratonero. Cuándo vuelan, sin embargo, son fáciles de identificar por una característica franja traslúcida que tienen en el borde de las alas y de la cola.

Se trata de un ave migratoria, aunque en los puntos más cálidos de nuestro país es posible encontrar algunos grupos que se quedan durante todo el año. Lo habitual es que en el mes de septiembre emprendan vuelo hacia África del Norte e incluso hacia Asia para regresar con los primeros rayos de la primavera a finales de marzo.

Unas buenas cazadoras

Como todas las aves rapaces, las águilas calzadas son muy buenas cazadoras. Son aves ligeras, muy vivaces que se desenvuelven perfectamente en zonas forestales, pero también en los terrenos abiertos. Se adaptan bien al medio y a las necesidades siendo capaces de atrapar a pequeños mamíferos aunque la base de su alimentación son otras aves. Pero a falta de su comida favorita pueden subsistir perfectamente a base de insectos y algunos reptiles.

Tienen una forma de volar muy característica, con constantes aleteos. Cuándo divisan a su presa se lanzan en picado sobre ella con una precisión asombrosa. Su fuerte pico y sus letales garras sirven para dar cuenta de sus presas de forma muy rápida ya que no son excesivamente fuertes y prefieren por tanto evitar los forcejeos

La llegada de los pequeños

Estas pequeñas águilas construyen sus nidos preferentemente en los árboles aunque se han visto algunos en los bordes rocosos de alguna pared montañosa. Utilizan ramas secas para la base, que cubren con hojas verdes de pino o de otros árboles. En ocasiones utilizan nidos abandonados de otras rapaces.

Durante los meses de abril a junio estos animales se unen para reproducirse. Las hembras ponen entre uno y tres huevos que incuban durante treinta y seis o treinta y ocho días mientras que el macho se ocupa de proporcionar el alimento.

Una vez que los polluelos rompen el cascarón, ambos progenitores se ocupan de sus cuidados y alimentación hasta que pueden llevar una vida independiente aproximadamente a los dos meses de nacer.

Estudiarlos para comprenderlos mejor

Actualmente las águilas calzadas son objeto de estudio por los especialistas, que han conseguido colocar emisores satélite en varios ejemplares, lo que nos ha proporcionado muchos datos sobre sus costumbres y sus movimientos migratorios.

También nos han proporcionado datos sobre las causas de su mortalidad, tras la cual está en algunos casos la mano del hombre, como es el caso de "Tricia", uno de estos ejemplares de estudio y que apareció muerta el pasado mes de noviembre por un disparo. Las águilas calzadas son animales protegidos y su caza puede acarrear importantes penas de cárcel.

 


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