El águila pescadora de Madagascar: una rara avis en el paraíso


Como habitante endémica del Paraíso, el águila de Madagascar (Haliaeetus vociferoides) no podía ser otra cosa que una belleza majestuosa. Y como a cualquier habitante del paraíso, roza el imposible verla. Además de ser la rapaz de mayor tamaño de la isla malgache, es una de las aves de presa que más cercanas se encuentran de la extinción.

Esta rara maravilla de la Naturaleza oscila entre los 2,2 kilos de los machos más pequeños y los 3,5 de las hembras de mayor tamaño. Presenta un plumaje de color marrón rojizo, bastante oscuro en el cuerpo, con unas mejillas blanquecinas, color este casi puro en la garganta y en la cola.

Al igual que su pariente, el águila pescadora africana, tiene una llamada melodiosa, agradable al oído humano. La época de reproducción de esta ave va de mayo a octubre, con una nidada compuesta por dos pollos de los que sólo uno sobrevive, tras una dura competencia con su hermano. A modo de curiosidad, cabe decir que son animales poliándricos –la hembra se aparea con más de un macho-.

Un pescador que no se moja (en exceso)

Se trata de un ave rapaz experta en pesca. Eso sí, a diferencia de otros pájaros, esta ave de presa no se sumerge en busca de la comida, sino que atrapa el pescado entre sus garras desde el aire, sin dejar que su cuerpo toque el agua.

Endémica, como decimos, de Madagascar, podemos dar con ella siguiendo la línea costera de Morombe, al suroeste; y de Antsiranana (Diego Suarez, hasta 1975) al norte. Si es tan difícil de divisar se debe a que la población se compone de un total de 222 individuos, sumando a ejemplares maduros y crías. De entre ellos, existen 99 parejas reproductoras censadas.

Podemos hablar, en el caso del águila de Madagascar, de, como mínimo, dos subpoblaciones: una de ellas se encuentra en la región de la costa noroeste y la otra se halla en la zona de Antsalova, al centro-oeste de la isla.

Al borde de precipicio

Dadas sus costumbres alimentarias, estos animales habitan en manglares, estuarios e islas en la costa septentrional. Los de la subpoblación del centro, lo hacen cerca de ríos y lagos de agua dulce. Unos y otros precisan de grandes árboles o de acantilados muy profundos para anidar y alimentarse.

La situación de esta rapaz es tan crítica que la lista roja de la UICN la ha incluido entre aquellas especies que se encuentran en peligro crítico. Y es que aunque la población descendió de manera importante a lo largo del siglo XX, los investigadores apuntan a que estas aves nunca han sido numerosas.

Sea como sea, la escasez de ejemplares y lo fragmentado se su población hacen a esta una especie candidata a extinguirse, más aun viendo como su hábitat se está degradando y como los humanos las persiguen de forma directa o indirecta. También contribuye a la degeneración de la especie la endogamia a la que se ve obligada, debido a la escasez de parejas disponibles.


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