El águila perdicera ibérica: tenaz y veloz cazadora


El águila perdicera es una rapaz considerada de tamaño medio-grande, pues las hembras pueden llegar a alcanzar el tamaño de un macho joven de águila real. Entre ambos sexos apenas hay diferencias, siendo las hembras de tamaño mayor que el macho y con el dorso más pardo.

El plumaje suele ser marrón negruzco con manchas blancas debido al color de la base de las plumas. La cola es grisácea amarronada cruzada por una serie de bandas de color negro y marrones. La garganta y el pecho son blancos, la primera con rayas parduscas y el segundo con motas marrones y negras.

Los jóvenes son más claros con tonalidades rojizas que se irán oscureciendo a partir del segundo año. Llegando al cuarto año de edad ya habrán conseguido tener las tonalidades de los ejemplares adultos.

Buscando lugares escarpados para anidar

El águila perdicera tiene su territorio en las zonas montañosas entre 2.000 y 2.500 metros por encima del nivel del mar, instalándose de manera permanente en la misma zona. Suelen anidar en las grietas de los acantilados o en repisas de paredes rocosas.

La pareja permanece unida durante todo el año, utilizando el mismo nido puesta tras puesta agrandándolo cada año un poco más hasta llegar a alcanzar los 2 metros de diámetro. La nidificación comienza en invierno y pueden realizar dos puestas al año.

La dueña de los aires

Está considera como un ave de presa por su gran destreza y por la agresividad que demuestra hacia otras especies que pueden competir con ella en su territorio. Apenas tiene enemigos naturales, siendo el hombre y la mixomatosis de los conejos los grandes causantes de su declive.

Afortunadamente, el águila perdicera ha sabido adaptar su dieta a la carencia de conejos en sus territorios de caza, alimentándose de perdices, pequeños y medianos mamíferos y aves de corral como las gallinas y sus pollos.

Precisa en sus ataques y grácil en sus danzas

El águila perdicera planea sobre su territorio de caza buscando una presa. Es capaz de distinguirlas a la distancia extraordinaria de 800 metros, aunque estén mimetizadas con el terreno. Su método de caza más efectivo es el picado desde 100 o 200 metros.

A partir de noviembre comienzan los espectaculares vuelos nupciales, ofreciéndonos una coreografía de descensos en picado, súbitos ascensos y aleteos mientras realizan vuelos concéntricos sobre la zona de nidificación escogida.


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