Un gigante en el cielo de los Andes


Esta ave rapaz es pariente de los cóndores norteamericanos que surcan los cielos californianos tanto unos como otros son familia de los buitres. Sus características físicas más llamativas radican en una cabeza exenta de plumas y un collar blanco que contrasta con el negro que protagoniza su plumaje casi por completo. Aunque el color de su cabeza es rojo, se ha probado que puede cambiar de tono según el estado de ánimo del pájaro.
Aunque están amenazadas con la extinción, actualmente se llevan a cabo programas de reinserción que permiten que sean miles los cóndores que se cuentan volando por el cielo de América del Sur. Se trata además de animales muy longevos que pueden superar los setenta años. Eso sí, se reproducen lentamente pues cada pareja pone tan solo un huevo y el polluelo resultante es totalmente dependiente de sus padres durante su primer año de vida. Al contrario que otras aves de presa de este tipo, el macho del cóndor de los Andes es más grande que la hembra.

Sus pequeños trucos para mantener el vuelo

El cóndor de los Andes es una de las aves rapaces de mayor tamaño que surcan los cielos de este planeta azul. Llega a medir tres metros de punta a punta de las alas y su peso puede alcanzar los quince kilos, lo que hace que volar sea toda una azaña para esta ave. Para ayudarse a mantener su gran cuerpo planeando en el aire, utiliza las grandes corrientes que le permiten mantenerse a una considerable altura sin un excesivo esfuerzo.
Por este motivo, el principal lugar en el que podemos ver a estas rapaces es en los altos picos de los Andes, aunque no es poco frecuente que bajen a las zonas de costa más ventosas y aprovechen las corrientes que van desde los acantilados.

Alimentación y costumbres

El cóndor es un ave carroñera que se alimenta de cadáveres de animales. Es curioso que no acudan a los mismos nada más producirse el fallecimiento, sino que pueden estar varios días sobrevolando el cuerpo hasta que deciden bajar y alimentarse, comenzando por las zonas más blandas del cuerpo.
Curiosamente, cuándo no están criando, es muy común ver como se juntan en una misma zona más de cien ejemplares adultos de cóndor para dormir. Aunque en estos dormideros suele haber conflictos para conseguir los mejores lugares, la convivencia es generalmente pacífica y, pese al gran número de aves también silenciosa, ya que los cóndores no emiten ningún tipo de graznido al tener la laringe atrofiada.


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