El águila de Haast, más que una leyenda


Todos nos preguntamos cómo serían nuestros cielos en tiempos remotos, por ejemplo cuándo los dinosaurios dominaban la tierra y aves gigantes eran las dueñas del aire. Llegar a conocer ese mundo en profundidad es todavía trabajo de varias generaciones más, pero sí podemos conocer cosas sobre otros animales más cercanos en el tiempo pero que de igual modo ya no existen.
Uno de los lugares del mundo más sorprendentes en lo que se refiere a su fauna y flora son las tierras de Australia y de Nueva Zelanda. Debido a su situación física, separada de los grandes continentes, en sus fronteras se han podido ver animales que son completamente diferentes al resto de los conocidos. Un ejemplo de ellos es el águila de Haast que durante mucho tiempo no fue más que una leyenda sin pruebas reales de su existencia.

¿Cómo era esta águila?

Los restos encontrados nos permiten afirmar que esta águila fue el ave rapaz más grande conocida por el hombre, superada tan solo por los mayores buitres que se conoce, pudiendo superar algunos ejemplares los dieciséis kilos de peso. El enorme desarrollo de estas águilas fue posible gracias a que podían disponer de presas de gran tamaño y no tenían depredadores conocidos, lo que permitió que se desarrollaran muy rápidamente, alcanzando su majestuoso tamaño.
Dado su elevado peso es fácil suponer que debía de poseer alas de gran tamaño, sin embargo no fue así. Sus alas eran relativamente cortas en relación a su peso, aunque anchas y fuertes, lo que le permitió volar con facilidad entre árboles, cosa que no podría haber logrado con unas alas de mayor tamaño. Su peso hacía que descendiera sobre su víctima, mucho más grande y fuerte, como si se tratara de un enorme bloque de granito caído del cielo. Sus fuertes garras se clavaban en la piel de las moas y el golpe de su cuerpo las hacía caer, rematándolas en el suelo.

Un águila totalmente real

Gracias a los estudios que se han llevado a cabo en Nueva Zelanda , hoy se puede afirmar que el águila de Haast existió y que de hecho fue un animal que se podía encontrar en esas islas hasta el año 1.400 de nuestra era, aproximadamente, momento en el que desapareció a consecuencia de la acción del hombre.
Y es que no es tan solo el hombre actual el que ha causado que especies animales desaparezcan, sino también las tribus más primitivas. En este caso fueron los maoríes los que provocaron que esta ave desapareciera al cazar masivamente a las moas, un ave terrestre de gran tamaño que suponía el principal alimento del águila Haast. Tras exterminar a las moas y acabar con muchos bosques que eran refugio para las Haast, estas acabaron condenadas a desaparecer.


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