Tráfico de halcones, una amenaza para la especie (I)


Con demasiada frecuencia vemos como los animales, en lugar de ser vistos como seres vivos son considerados objetos símbolo de prestigio, de glamur o incluso complementos que se ponen de moda. No se mira más allá de su apariencia o de que una determinada especie "se lleve" sin pararse a pensar en las necesidades que esta pueda tener o en el daño que puede llegar a producirse a un animal.


Es lo que sucede en el caso del comercio ilegal con animales. Hemos visto como algunas especies han acabado invadiendo hábitats que no les correspondían debido a que se compran de manera ilegal e irresponsable y, una vez que han dejado de estar de moda, se abandonan a su suerte y acaban incluso con especies autóctonas que no estaban preparadas para afrontar a estos depredadores o que acaban perdiendo su identidad al cruzarse con estos nuevos habitantes de su entorno.


La codicia humana está detrás del tráfico de animales y las aves rapaces no están exentas de estos mercados ilegales, sobre todo cuando, como en el caso que nos ocupa hoy, mueven miles de dólares de manos.


Arabia Saudí y los halcones


En Arabia Saudí los halcones son la mascota de moda. Son símbolo de prestigio y por un buen ejemplar se pueden llegar a pagar cifras astronómicas. En este país hay incluso grandes clínicas veterinarias especializadas exclusivamente en el cuidado de los halcones y competiciones en las que los dueños de los mismos lucen sus aves.


Los halcones procedentes de España son especialmente valorados y por este motivo muchos criadores comenzaron a trabajar con Arabia Saudí para vender legalmente las crías de halcón. Un buen ejemplar puede alcanzar incluso los 50.000 euros, por lo que lógicamente, el negocio es muy jugoso y era solo cuestión de tiempo que comenzaran a surgir personas que no estaban dispuestas a jugar limpio, recortando así sus beneficios.


Esos traficantes de animales comenzaron a robar polluelos nacidos en libertad y por tanto protegidos por la ley, para venderlos junto a los que podían tener procedentes de sus parejas en cautividad.


Las alarmas saltaron en Seprona en Asturias al detectarse que algunas personas estaban realizando un número de ventas de crías muy superior al que podrían tener procedentes de las parejas de halcones que se poseían legalmente y que tienen como media uno o dos polluelos en cada temporada. Algo estaba ocurriendo y decidieron investigar.


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