Un curioso experimento con aves rapaces (I)


En los EEUU se llevó a cabo un curioso experimento con diversas aves rapaces entre las que había águilas calvas. Se trataba de intentar dar a conocer a la gente cómo era la vida de estos pájaros y para ello se retransmitió públicamente lo que las cámaras de vigilancia que había colocadas en los nidos estaban recogiendo.


En un principio la iniciativa tuvo una buena acogida, la gente estaba encantada con la posibilidad de poder ver en vivo y en directo acontecimientos tan emocionantes como la eclosión de los huevos o ver como los padres alimentaban a sus polluelos.


Pero la vida real no es tan idílica como se muestra en algunos reportajes de televisión, previamente edulcorados para que la gente los digiera mejor. Al estar retransmitiendo las veinticuatro horas, las cámaras enseñaban todo lo que ocurría, fuera esto bueno o mano.


Y pronto comenzaron a ocurrir cosas muy comunes en la naturaleza, pero a que ojos del espectador eran pequeñas tragedias e incluso grandes dramas. En algunos casos, los polluelos no podían ser correctamente alimentados por sus padres que no encontraban suficiente comida para atenderlos.


Esto empezó a desatar protestas de algunos seguidores de las cámaras que reclamaban que se debía de actuar y dar comida a las aves. La respuesta fue que no podían intervenir en la vida de aves salvajes y que lo que estaba ocurriendo era parte del proceso de selección natural en el cual no debía de actuar la mano del hombre.


Estas explicaciones no sirvieron a algunas personas que incluso se acercaron a tirar carne a los nidos y que tuvieron que ser frenados con la amenaza de multas por dar de comer a especies salvajes, algo penado por la ley del estado en el que se encontraba el nido.


Incluso algunos científicos responsables del proyecto tuvieron que salir para explicar a la gente que lo que estaban viendo no era ninguna película y que la naturaleza tenía un lado cruel que, compararon, era más similar a Juego de Tronos que a cualquier película de Disney.


Pero lo peor estaba todavía por llegar, ya que tal y como advertían, la naturaleza puede ser realmente cruel si se juzga desde el punto de vista de una persona que vive en una ciudad y que no tienen la capacidad de entender las normas por las que se rige la vida salvaje.


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