El cernícalo vulgar, un cazador discreto


Me parece injusto añadir el término "vulgar" detrás del nombre de tan bella ave, pero la zoología así lo requiere, de modo que debo resignarme a decir que en ese artículo vamos a hablar del bellísimo cernícalo vulgar, cuyo nombre científico es el de "Falco tinnunculus".

Este pájaro se encuentra con facilidad en Europa, Norte de África y Oeste de Asia, aunque también puede verse, raramente, en Sudamérica, el Caribe, Norteamérica e Indonesia. De la zona donde es común, podemos diferenciar los lugares en los que el cernícalo vive todo el año y aquellos, al norte-nordeste, en los que lo divisamos sólo en época de cría.

Falconiforme (con forma de halcón), el cernícalo es más bien pequeño en comparación con otras rapaces, aunque, eso sí, de mayor envergadura que buena parte de las aves. El color de las alas es bermejo con manchas negras y la cola, muy distintiva, de tono gris en la parte de arriba y borde negro y redondeado.

Diferencias entre machos y hembras

Las diferencias según el sexo empiezan por los propios colores: el macho presenta un plumaje azul grisáceo en la cabeza. En cuanto al tamaño, como en el caso habitual de las rapaces, él es más pequeño, con un peso de 155 gramos por 190 de las hembras. Los cernícalos miden de 34 a 38 centímetros entre la cabeza y la cola y desde 70 a 80 de envergadura alar.

Como ave de presa diurna y abundante que es, el cernícalo es fácil de localizar en nuestros cielos. Si puede elegir, suele ocupar un hábitat de matorrales y campo abierto, haciendo su nido en las grietas de las rocas, huecos que ofrecen los edificios o agujeros en la madera de los árboles.

En casa ajena

También puede ocurrir que ocupen los nidos de cuervos, urracas y otras aves semejantes. En todo caso, queda claro que el cernícalo común no se construye el nido y prefiere, de hecho, vivir en el suelo antes que edificarse un hogar por sus propios medios.

Esta especie debe su nombre vulgar al modo en el que vuela cuando está de caza: se queda casi inmóvil en el aire, se cierne sobre sus presas desde una altura de entre diez y veinte metros.

Ahora me ves... ahora te he cazado

Cuando aparece un pequeño mamífero –de la talla de un ratón o poco más-, un pájaro de un tamaño asequible, un reptil, insecto de volumen respetable, gusano, rana... Cuando se deja ver una presa, esa figura inmóvil se lanza en picado a una velocidad que no cabía esperar... y lo más probables es que el alimento del cernícalo no llegue a saber nunca qué lo ha golpeado.

Claro que, además de comer, como todos los animales, ha de reproducirse. Para tal función, la hembra pone de tres a seis huevos, que incubará durante aproximadamente un mes (de 26 a 31 días). Mientras la hembra empolla a la nidada, el macho se ocupa de alimentarla.

Aunque no sea un animal que necesite de la cría en cautividad para reproducirse, sí que se suele sacar adelante en el entorno humano para destinarlo a la cetrería. De hecho, en muchos casos, los cetreros se inician en tal arte de la mano de los cernícalos, habida cuenta de su tamaño y de su relativa docilidad.


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